Archivo Fotográfico Luis Laforga

Archivo Fotográfico Luis Laforga

Apunte Biográfico

(Fuente: GUTIÉRREZ BAÑOS, Fernando: Catálogo de la Exposición “Esencia de una mirada”. Valladolid: Diputación Provincial, 2017)

Luis Laforga González nació en Valladolid el 5 de noviembre de 1951. Ese año FASA se instaló en nuestra ciudad para sentar las bases de un desarrollo industrial que había de cambiar su estructura demográfica y social y su fisonomía, en un proceso que no haría sino acelerarse con la Transición y con la implementación del estado de las autonomías, que convertiría a Valladolid en capital de Castilla y León (un proceso roto, en cualquier caso, por la Gran Recesión de 2008). Sobre este telón de fondo discurrió la vida de quien había de convertirse en intérprete de una ciudad poliédrica y multiforme, más rica en matices de lo que presumen los tópicos. Luis Laforga nació en el barrio de San Nicolás, en el núcleo histórico de Valladolid, aunque algunos años después la familia se trasladaría al entonces recién inaugurado barrio del Cuatro de Marzo, uno de los primeros barrios surgidos al calor de la expansión demográfica que acompañó al incipiente desarrollo industrial. Cursó estudios en el Instituto Zorrilla y en la Escuela de Comercio, pero los abandonó muy joven para empezar a trabajar como administrativo en la constructora Agroman. De espíritu independiente e inquieto, dejó este puesto y, tras ganarse la vida como representante de lejías, de libros... encontró cierta estabilidad trabajando como técnico de sonido en la Cadena SER. Para entonces se había iniciado ya en la fotografía y contaba ya con su propia cámara. Debió de ser ca. 1970: tras ahorrar, había adquirido por 1200 pesetas una Expo Color (una cámara de fabricación española). Los negativos más antiguos que se conservan en su archivo datan de 1972. Siempre se consideró autodidacta, pero lo cierto es que en sus inicios realizó un cursillo y estuvo colaborando en el estudio de José Antonio Beltrán. La fotografía era, junto con la música y con las motos, una de las tres pasiones confesables del joven Laforga, que supo aprovechar su trabajo en la radio para tejer una red de relaciones con los periodistas del momento que allanó el camino a su profesionalización como fotógrafo, que se consolidaría en la década de 1980.

 

La trayectoria profesional y creativa de Luis Laforga entre 1972 y 2012, cuando, por motivos de salud, se vio súbitamente apartado de la práctica de la fotografía, se puede estructurar grosso modo de acuerdo con las cuatro décadas que abarca.

Años 70

Los años setenta son años de aprendizaje y de tanteos, tanto a nivel técnico como a nivel profesional. Sus imágenes de estos años son imágenes de familiares, de amigos... y también de pueblos, tanto de Valladolid como de la Sierra de Francia o de la Sierra de Gredos, por las que, al parecer, sintió una especial afición. A pesar de la falta de pretensiones que tienen sus imágenes de estos años, no quiero dejar de mencionar las que dedicó en 1975-76 a la figura y a la obra del pintor Carlos León, prácticamente un coetáneo suyo, al que le unía entonces una estrecha amistad (Luis Laforga conservó siempre una de sus pinturas). En 1978 se aprecia un cambio cualitativo en el trabajo de nuestro fotógrafo: comenzamos a ver en su producción temas que difícilmente pueden deberse a una iniciativa propia (por ejemplo, un pleno de la Diputación Provincial), lo que indica que está empezando trabajar por encargo, y comienza a usar un sello de caucho para identificar sus carpetas de negativos, lo cual, unido a lo anterior, apunta a una incipiente profesionalización. El propio Luis Laforga recordaría años más tarde cómo fue entonces cuando empezó a colaborar en revistas y en periódicos

Años 80

Los años ochenta son años de consolidación en el medio profesional y de exploración de las posibilidades artísticas de la fotografía. El hecho de que en 1980 fuera invitado por la Dirección de la Seminci para cubrir la edición de ese año del festival (en lo que no fue sino el inicio de una relación que había de extenderse hasta 2002) fue para él todo un espaldarazo. En efecto, este encargo contribuyó a consolidar su incipiente carrera profesional, de manera que, a partir de entonces, su participación en distintos medios, siempre como freelance, empezó a convertirse en recurrente. Esto le permitió, a medio plazo, abandonar su trabajo en la radio como técnico de sonido para dedicarse plenamente a la fotografía. Luis Laforga estableció su estudio en la calle Arribas (posteriormente, se asentaría en la calle Simón Aranda y, finalmente, en la calle Miguel Íscar). En estos años, más allá de su actividad estrictamente profesional, empezó a moverse, asimismo, en los ambientes artísticos bohemios y alternativos del Valladolid del momento y empezó a exponer. Su primera exposición individual, Fotografías (músicos de jazz), se celebró en Valladolid en 1982. De la mano de Manuel Sierra, coetáneo suyo, con el que trabó una estrechísima amistad, expuso a continuación en La Casa Vieja de Simancas y en la cárcel de Villanubla (1985)

Años 90

Los años noventa son años de cambio de rumbo en la trayectoria de Luis Laforga. Su dedicación a la fotografía taurina desde 1988 y su colaboración cada vez más frecuente e intensa con grupos de teatro (Fernando Urdiales, coetáneo suyo, fundador y director de Teatro Corsario, es otro de los referentes inexcusables en la vida y en la obra de nuestro fotógrafo) le enseñaron que quizás esa fotografía tan artificiosa en la que se había embarcado carecía de sentido y que era, más bien, el individuo, con sus fortalezas y con sus debilidades, con sus pasiones y con sus miserias más o menos confesables (eso que el toreo o el teatro muestran de forma quintaesenciada), lo que de verdad merecía la pena fotografiar.. A partir de ahora, la fotografía humanista, aquella por la que Luis Laforga es y será recordado, ocupará el primer término de su actividad. No renunciará a cierto tipo de fotografía “artística”, pero la encauzará por otras vías, distintas de las exploradas hasta el momento, ocupando una posición secundaria en su trabajo.

El final de su trayectoria

Debemos finalizar este recorrido panorámico por la trayectoria de Luis Laforga reseñando los primeros años del siglo XXI. En estos años nuestro fotógrafo alcanza una madurez plena y un reconocimiento máximo. En efecto, en estos años se celebran sus grandes exposiciones (algunas de ellas de carácter retrospectivo), se publica el grueso de sus libros de autor. En estos años llevó su capacidad de trabajo al extremo: sorprende, ciertamente, la cantidad de exposiciones que presentó en este periodo, en ocasiones con carácter simultáneo, al tiempo que mantenía su actividad profesional, que en estos años había basculado del reportaje de prensa al reportaje de encargo para instituciones públicas y privadas, para empresas, para asociaciones... En estos años adoptó, asimismo, con carácter definitivo la tecnología digital, que simplificó su trabajo profesional y abrió nuevas posibilidades a su trabajo creativo

 

Recuerdos de algunos amigos

Galo Senovilla Escribano

Su mirada fue generosa para los huérfanos de la vida, apasionada con la gente corriente, buscando su gesto, una mirada agradecida y tierna que solo puede tener un alma limpia y unos ojos amigos. Pero también satírica con los desalmados, perspicaz para la repulsa, crítica hasta la osadía, valiente por franca, encarada, casi un grito de desesperación para quebrantar conciencias. Audaz hasta encontrar el guiño imposible, con la pericia de quien sondea la emoción, una mirada lúcida, casi cristalina, a veces indiscreta, a menudo silenciosa. Una mirada que nacía de un espíritu entre arriesgado e inocente, rezumando la savia del arte, persiguiendo una luz diferente a la que vemos los demás, experiencial, indagando técnicas que más de una vez nos dejaron boquiabiertos.

 

Carlos Blanco

Luis Laforga fue un gran creador de atmosferas. Estaba seguro de que podían hacerse fotografías diferentes sobre lo mismo. Y acertaba. A veces era pictórico y empleaba con desparpajo las últimas técnicas digitales a sus obras. Sabía que buscar la excelencia en las fotos era contar mejor las historias. Reconocer que Luis fue uno de los grandes en la buena época del fotoperiodismo no parece suficiente. El conocimiento profundo de la obra de Luis Laforga solo ha comenzado. Habrá que volver a la fuente cada vez que apriete la sed. Y admirar su trabajo en cada sorbo. Es en su legado, en su ingente archivo, donde pervive ahora el talento de quien tomo valientemente como opción la arriesgada independencia profesional del fotoperiodista. Caminar por libre y con poco equipaje.

Ramón Gómez Puertas

Maestro de la luz y con una mirada diferente a los demás, le llevó a vivir una vida llena de contrastes como queda reflejado en su vasta obra fotográfica. Sus largas horas en el cuarto oscuro barnizando las imágenes que había creado le permitieron rodearse de la templanza necesaria que desprendía en sus conversaciones que, sin duda, le ayudaban a la hora de disparar el obturador. Autodidacta y estudioso de las entrañas de la fotografía  consiguió ser el maestro del banco y negro en el laboratorio y  descubrir el laboratorio virtual  para llevar a cabo sus creaciones más auténticas ya en color. Fiel a sus ideas, siempre vivió envuelto en sus fotografías y dispuesto a ayudar a los demás. Recorrió la ciudad rincón a rincón y siempre encontraba en los colectivos más vulnerables el chorro de luz necesario para componer sus grandes imágenes. De la vida solo le interesaba vivirla y disfrutar con el olor del tabaco y su querido clarete. Su legado ha quedado extendido  por los lugares más visitados de la ciudad sin que muchos vecinos lo sepan. Pero como decía Luisito lo importante es lo que yo he disfrutado creando las imágenes y si además la gente disfruta con ellas mucho mejor.

 

Inma  Lozano -ASPRONA-Fundación Personas

“Luís es mi amigo” era la frase de  bienvenida. Recuerdo a Tito acercándose a ti   y silabeando su palabra favorita “FO-TO”.

Fueron muchos los momentos y las experiencias compartidas por  Luis Laforga con los jóvenes de los centros de Día El Pino y Dos Pinos desde 2002 hasta que ve la luz la exposición “Miradas de Capacidad” en 2006. Fiestas, ilusiones, retos,  actividades cotidianas, intercambio europeo y actividades de participación social incluyendo  un viaje a la playa.

A lo largo de dos años, recorre los diferentes centros conociendo y descubriendo  personas extraordinarias. “Lo más importante son los chicos, ellos me dan mucho más de lo que yo puedo darles”. Con  la vivencia personal de esos instantes capturados por su objetivo, Luis va  estableciendo una conexión emocional y afectiva  persona a persona, descubriendo el valor y la singularidad de cada una de ellas. Su compromiso con Asprona- Fundación Personas  y con sus amigos “los chicos” va más allá de la noticia, quiere que el resultado  fotográfico sea transformador y concienciador. Así es como  surge la exposición testimonial “Miradas de Capacidad”. Este proyecto refuerza el valor de la diversidad y abre una ventana permanente a nuevos horizontes, siendo  una poderosa herramienta para transmitir un  mensaje de normalización y compromiso con valores sociales de inclusión. Miradas atemporales con  efecto multiplicador y  un mensaje de plena actualidad.

 

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